.
EL ÚLTIMO BLUE LAGOON
Roge Gómez
Colección de Narrativa Iría, 10
ISBN: 978-84-15739-48-7
194 páginas.
15 cm. x 15 cm.
Elvis Antonio se puso su primer disfraz a la edad de 13 años. Antes no había sucedido nada. Después, tampoco. A veces, sólo a veces, un hombre parece resumir en sí mismo el final de todo un siglo. Desde luego no es el caso de nuestro personaje, que vive en una espiral de inane y feliz borrachera, de indolente drogadicción, atrapado en el Oeste rural español de los 90, donde las noches disolutas sólo se distinguen si las culmina arrastrándose por el suelo bailando Suspicious Minds.
Pero hoy, la infernal resaca es diferente: en la puerta hay dos maderos; su mejor amigo, el Honrado, ha aparecido ahorcado. Es hora, quizá, de recolocarse el tupé.
Roge Gómez es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. Ha trabajado –entre otras muchas profesiones– como profesor de español para extranjeros, DJ, expendedor en una gasolinera, pastor de ovejas o portero de noche.
Fue alumno del taller literario de Isabel Cañelles durante cinco años. Publicó relatos en las antologías de sus cursos. Uno de ellos, Agua Quemada (Revisited), está siendo representado periódicamente por los estudiantes de la escuela de teatro Lombó como monólogo.
Antonio Marcos para la newsletter de Letras Corsarias:
El Blue Lagoon es un cóctel azul, que para eso se llama así. Los cócteles azules y en general cualquier cosa de ese color que se pueda comer o beber llama la atención, no para bien generalmente. Helado de pitufo, algún chupito que tengan en una botella en la balda más alta del Bolero. Se detecta rápido: una mezcla de atracción y peligro, diversión y drama.
Lo mismo le pasa a Elvis Antonio en el Campo Charro. Elvis va por la vida (por los bares) con un traje de Elvis, que para eso se llama así. Un traje (tiene varios, pocos) que le roza en los muslos, un tupé a punto de rendirse ante el avance imparable de la calva, unas hechuras de mozo que ha vivido mejores tiempos aunque ni él ni nadie sabrían decirte cuáles fueron los tiempos esos. Elvis se acuesta borracho y puesto hasta las cejas, se despierta tosiendo, se rasca donde le pica, se calza el traje, se come un bote de nocilla con los dedos y tira millas. Su única certeza es que la resaca se pasa tomando otra de lo último que bebiste.
Elvis llama la atención y a la vez forma parte del paisaje. Igual que al cerdo de San Antón lo alimenta todo el pueblo de La Alberca, Elvis va engordando su mito estrictamente local como si fuera un Sísifo: cada día una página en blanco en la que acaba escribiendo siempre la misma historia, un dejarse ir entre destilados sospechosos, un nihilismo tan arraigado como una encina y una posible traca final que consiste en bailar Suspicious Minds a todo lo que da.
Elvis ha construido su vida sobre la premisa de no saber, de anularse a base de combinar vodka, curasao y zumo de limón (o Sprite en el peor de los casos) en vaso largo. Ha construido su máscara de payaso triste y una mañana al levantarse se la van a arrancar de cuajo y le van a decir: ahora sabrás, ahora querrás saber, ahora pagarás el precio por saber. Tampoco está muy claro que quiera.
Y ahí va Elvis, a conocer, como decía la canción, a cuantos se marginan, a conocerse a sí mismo también, que es lo que hacen los (anti)héroes cuando salen de viaje. Ahí va con su mochila de propaganda de DYC, traqueteando, lanzado hacia el pasado y sus revelaciones, sin acabar de convencerse nunca de lo que hace ni para qué. Porque así es Elvis, menudo pájaro.
El último blue lagoon es la primera novela de Roge Gómez, publicada por Delirio en esa colección en la que ya hay un gallo (Las aguas esmaltadas) y un cabrito (El zascandil). Encaja ahí como un guante: explora una mitología cercenada de La Provincia (así, con mayúsculas, como concepto y territorio concreto), la de quienes no se sometieron, la de quienes construyen redes a fuerza de rascar y rascar con la uña en el granito. Hay mucha escucha detrás de esta novela, mucho kilómetro por carreteras secundarias, mucha imaginación mordaz al servicio de un personaje que empieza como un conjunto vacío y acaba lleno, sobre todo de cerveza.